4 de abril de 2009

VIDA DE PAYÉS X




Me acerqué a él con la excusa de alabarle los grandes limones de su árbol, que resultaron ser limas. En silencio caminó hacia el y arrancó un par de ellas y me las entregó con cara de felicidad, no se lo digas a nadie, que después me pide todo el mundo -me dijo-. Le dejé que siguiera podando parras y me largé con mis limas.

1 comentario:

mo dijo...

La felicidad de las cosas sencillas...que bonito.