Esta Sala de Fiestas construida en los años setenta cuando el fenómeno de los DJ´S todavía era desconocido y divertíamos a los turistas con flamenco y música de "pachanga", funcionaba también como pequeña plaza de toros donde algún turista se atrevía a lanzarse delante de algún novillo. El complejo duró solamente unos años, alguna otra crisis se lo llevó por delante, y quedó abandonado a su suerte, enterrado cual templo de Ankgor, entre los pinos y sus propias ruinas. Los graffiteros encontraron aquí una sala de exposiciones gratuita en plena naturaleza.
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