Préstame por una noche un trozo de tu piel,
por pequeño que sea,
te lo devolveré usado, pero reluciente, a la mañana siguiente.
Pregúntale que te cuente lo vivido,
las horas interminables de caricias
tu piel y mi piel a solas,
sin historias que contar,
sin miedos que recordar,
únicamente sentir.
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