Ayer en la casa payesa de Kiko, el sobrino de mi amiga Nadia me recordó al niño del pijama a rayas de la reciente película, pero éste intentaba dar de comer a unas cabras que viven mejor que aquellos en los campos de concentración. La moraleja es que en el corazón de los niños todo es bondad, hasta que al ir creciendo aprenden de los mayores y la bondad les confunde.
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3 comentarios:
Eso lo crees porque no has tenido niños.
Los niños pueden ser igualmente crueles, sobre todo con los débiles.
Que sean bondadosos o crueles irá en función de las normas culturales que les inculquen los padres.
Beni
Buena metáfora fotográfica Juan...
Juan,
me gusta esta entrada tuya.
He leído el libro y me gustó mucho.
Un abrazo
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