29 de noviembre de 2007

CALLAR (III)


Cuando no sucede algo que nos afecta, la mente se dispara, somos “adictos” a analizar, interpretar, juzgar, quejarnos, basándonos y amparándonos en ideas fijas, principios, creencias (religiosas, culturales, científicas) y nuestro cuerpo se bloquea, la respiración es lenta y casi dolorosa, se tensan los músculos, nos desconectamos de la realidad y sólo percibimos lo que nos interesa percibir. Es nuestra forma de inventar la realidad.
Tal vez el camino de “CALLAR” sea apaciguar, ir desactivando esas adicciones, esos principios y creencias, aunque eso represente experimentar de nuevo sensaciones de miedo e incertidumbre.
Son muchas las “creencias” que están instaladas en nuestros cuerpos y tras cada una de ellas está nuestra libertad secuestrada. Dudar de ellas, cuestionarnos, callar, en lugar de creer, preguntarnos, responder, es una tarea lenta, cotidiana y permanente para los que aman la vida y la libertad. Muchas cosas tenemos que descubrir, pero algo tal vez más importante que eso sea caer en la cuenta de las cosas que creemos saber y que en realidad ignoramos. “Hay hombres que nunca se hartan de saber. Ningún día se acuestan sin aprender algo nuevo. Hay otros, en cambio, que nunca se hartan de ignorar. No se duermen tranquilos sin averiguar que ignoraban profundamente algo que creían saber.” (A.Machado)

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