19 de agosto de 2008

EL COLOR


Hablando de composición no pensamos en otra cosa que en esa vieja convención, ese color simbólico que es el negro. El blanco y negro es una deformación, una calidad abstracta, y en él todos los valores son transpuestos, dejando entonces la posibilidad de elegir. La fotografía en color añade muchos problemas que hoy en día son difíciles de resolver, a causa de la complejidad y del escaso desarrollo técnico de la foto en color. Personalmente temo que este elemento tan complicado no sea contrario a la emoción de la vida y del movimiento simple que a veces se consigue captar en blanco y negro.
Para verdaderamente crear en el dominio de la fotografía en color hay que transformar, modular el color, para poder encontrar así la libertad de expresarse dentro del marco de las grandes leyes que han sido decodificadas por los impresionistas, y que tampoco el fotógrafo puede evitar (ley de contraste simultáneo, todo color tiende a colorear del color complementario el espacio vecino; si dos tonos contienen un color común, éste se atenúa a causa de su yuxtaposición; dos complementarios yuxtapuestos se exaltan, mezclados se anulan, etc.).
La operación que consiste en trasladar los colores de la naturaleza en el espacio, a una superficie impresa, plantea una serie de problemas extremadamente complejos, dado que algunos colores absorben la luz y otros la difunden; en consecuencia, algunos dan la impresión de acercar, otros de alejar; por lo tanto, hay que ajustar las relaciones de colores, porque los colores que en la naturaleza se disponen en la profundidad del espacio, reclaman una ubicación diferente en la superficie plana, la de los pintores o de los fotógrafos, y ahí, cuando se está frente a un sujeto que no se puede controlar completamente, tenemos la verdadera dificultad; ese problema se plantea cuando, en color, se toman fotos instantáneas.
Para terminar, no será difícil prolongar la lista de dificultades; pero es cierto que el desarrollo de la fotografía está ligado a los descubrimientos técnicos.
Henry Cartier-Bresson

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