


Mientras el gigante de piedra vigilaba que el sol cumpliera su cometido, Lina y yo, también de piedra, perdíamos la vista en el horizonte mientras comíamos fresas y bebíamos cava como si fuéramos unos condenados a muerte que han pedido su último deseo.
2 comentarios:
jaja que dramatico juan.
si fuera mi ultimo deseo no se si seria precisamente ser de piedra y beber champagne :-) (bueno, lo de la bebida puede, pero lo otro...)
pintado asi, parece que fue un velatario, tan mal te lo pasaste?
saludos.
y no dices nada de lo buena que fue la tortilla de patatas?
condenados a muerte??? lo que erais unos privilegiados.... la proxima vez a ver si invatais a los pobres....!!!!
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