2 de julio de 2006

CARTA XXXIII


Cada día perezco y renazco…es la sensación vital en que existo recientemente…todo se extremiza pero con una calma interior extraordinaria.
No entiendo por qué no temo lo que los demás están acostumbrados a convertir en sus grandes angustias presentes… no me da miedo la carencia de dinero, ni ansío una casa, ni deseo un coche…, quizá me he rendido y no cuento con el suceder del siglo XXI para adaptarme a las exigencias de estar en el tren acelerado de esta época.
Tal vez he decidido no identificarme con nada… y buscarme a mí…pero creo que estoy muy escondida. Alguna vez me dejé vencer por algo que ha ido minándome por dentro.
No comprendo por qué este empeño humano en ser felices… es una falacia, un opio para los seres humanos pues mientras creemos buscar nuestra felicidad nos mantenemos atareados intentando esquivar los obstáculos y sintiéndonos insatisfechos y desgraciados porque la meta no parece ser alcanzable.
Nos obsesionamos por algo que vemos en el mañana cuando la felicidad es uno mismo, está dentro de cada uno de nosotros y tiene relación con sentirnos satisfechos de nuestra senda vital, sentirnos valientes o cobardes pero sentirnos…sentir que estamos vivos ahora y aquí dentro de nosotros mismos y hacia los demás.
He conocido a una persona que me llena de ternura y de satisfacción. Estoy conociendo a otra que despierta en mí un increíble deseo de serme valiente…Descubro entre la gente no conocida sensaciones que duran el chasquido de tiempo en que nos cruzamos por la calle o en una cafetería…

No hay comentarios: