28 de noviembre de 2005

FRAGILIDAD




Toda la sencillez de la naturaleza me recuerda la complicidad humana.
Al séptimo día Dios creó al hombre. Podría haber cogido el día libre. ¿A qué empresa pertenecía que trabajaba siete días seguidos?
Quiero imaginar a la naturaleza sin el hombre y mi cerebro se bloquea. Animales a su aire. Selvas impenetrables. Ríos desbocados. Mares llenos de peces. No soy capaz de visualizarlo.
Si el hombre es parte de la cadena evolutiva, no nos queda más remedio que aguantarnos. Nos hemos lucido. Algún manipulador se ha lucido. En el preciso momento en que le tocó “introducirle” un cerebro en su cabeza, la cagó. Lo programó con el culo. Le hizo creer que era más inteligente que los demás seres vivos, incluidos seres inanimados. Le dijo que podía usar la naturaleza a su antojo, que era inagotable. Le dijo también que podía “cargarse” a otros humanos que no fueran de su agrado. Le programó para sentir cosas y llevarlas a cabo sin remordimientos. Le dio permiso para crearse dioses a quienes poderles pedir perdón o echarles la culpa.
En fin, le fallaron los cálculos, le salió un ser humano sencillo, sensible, amoroso, frágil como las hojas en el estanque.

CARTA (III)


La amenaza de creer no es la crítica o la burla de los otros, para mí, el gran riesgo es la locura.
Tiene tanta energía la fe que puede poseer el alma.
Estoy haciendo acrobacias para mantenerme en el hilo colgante de la duda. ¡Qué sinsentido!
Lanzarme hacia uno u otro lado, intentar alcanzar un punto, un cimiento o una estrella... pero tener una trayectoria por la que luchar. ¿Luchar?
La vida sin motivo tiene de apellido expósito.
Se queda huérfana.
Mi meta debería ser humilde o ambiciosa, pero estar presente. A veces, su ausencia es mi verdadera soledad.
Pero las otras veces, su lejanía me concede la libertad del “carpe diem” y entonces llega ella, porque supongo que sabe que a sorbitos pequeños algún día la entenderé.
Hace días que comencé a escribirte y mi vida ya ha girado más revoluciones de las que esperaba y, quizás, pueda soportar.
Alguien me ha vuelto a trastocar las emociones pero, como mis “siempre” de amor, se me resbala del mañana y casi también del ahora.
Siempre lo tengo todo pero mi eternidad con el amor parece reservarme demasiados rostros.
He descubierto que soy más “yos” de los que creo. Me he descubierto en otros gestos, otras risas, otras entregas, otros corajes, otros temores que nacen de mí y que nunca sospeché.
Me alegro de lo que su paso ha dejado en mi vida aunque una estrella del idealismo infantil se ha añadido a las ya apagadas.
¿Qué tengo yo que mi amor ahuyenta?
Quizá las ansias, quizá la idealización atacante, quizá yo...
¡Qué difícil el amor acuariano!, ¿Eh?
No hay remanso para nuestros corazones, amor.
Estamos levitando en la divagación de nuestros sentimientos exploradores.
A veces pienso que ya están en mí y buscan un cuerpo tangible al que apuntar su atención, sobre el que derramar la intensidad de sentir.
He tenido un ángel entre mis brazos y una fe interior(o tal vez femenina) me dice que volverá porque sólo sus ojos me han conquistado el alma.
Nunca antes me miraron desnudamente como él lo ha hecho.
¡Ojalá no sea una simple parada en el camino!
¿Qué quiero?, me pregunto para no enloquecer la brújula de quien soy, y sé que mi respuesta no se ciñe al nombre de un amor-amante. Hay más esperanza, más empuje en mis anhelos todavía borrosos pero existentes.
Las promesas diarias que se arraigan a un largo plazo no están hechas a la medida de mis pies descalzos.
Tengo tallas extrañas para vestir mis deseos.
¡Te voy a volver loco! Mis cartas (las que son tuyas) son las verdaderas testigos de mis demencias secretas.
¡No te asustes de mí!
“NO QUIERO QUE PIENSES.
YO DIGO QUE NO PIENSO EN ELLO.
(CÓMO PODRÍA OLVIDARLO
SIN HABERME MUERTO)”
J. HIERRO

Re-aprendo la básica importancia de sernos enteros mientras perdure la caduca eternidad del ser feliz.
Cada vez que he tenido un labio al que dedicar besos y versos, se me ha volcado todo. Y volveré a derramarme...
Arrepintámonos de lo que no hicimos pues de lo hecho ya obtuvimos la lección o la victoria y fue vencida la duda.

Mil besos para los rincones oscuros de los lienzos que quieren salir de ti.

27 de noviembre de 2005

ENSEÑANZA


“Había una vez en una pecera dos pequeños peces, conversando.
De repente uno de ellos se puso muy triste, y se fue al otro lado de la pecera.
Entre tanto el otro pececito meditaba en silencio, después de un largo rato,
se acercó al que estaba triste y dijo con gran sabiduría:

- No te aflijas, ciertamente dios existe,
recuerda es él quién nos alimenta y nos cambia el agua a diario.”

26 de noviembre de 2005

EQUILIBRIO




“Equilibrio” es una de mis palabras favoritas. Sirve para todo. Hasta para andar por casa. De pequeño la relacionaba con caminar por encima de una delgada pared sin caerme. Cuando me empezó a salir la barba la usaba para saber cuando llevaba una copa de más. Y ahora de mayorcito me sirve para mesurar mi estado de ánimo.
Encontrar el equilibrio de los opuestos, amor y desamor, soledad y compañía, tener y no tener,…, el bien y el mal, el ser y no ser, encontrar la famosa aguja en el pajar.
Tal vez los opuestos no sean tan opuestos. El yin y el yan.
Lo que es arriba es abajo. ¿Y en medio?, cuentos chinos.
En el medio no hay nada, es un punto donde uno no cabe ni se sostiene. Tires para donde tires, decidas lo que decidas, rompes el equilibrio. Pero no es grave.
Al contrario del epicentro de un terremoto, cuanto más te alejas más tiemblas. Formas círculos concéntricos alrededor de tu punto de equilibrio, y contra más te atrevas a alejarte te vuelves más ex_ céntrico (la palabra bien lo define) y aprendes a vivir equilibrando desequilibrios.
Cuando la vida se sitúa más allá del bien y el mal, el ser o no ser es la única cuestión.
Empiezas a repasar los círculos concéntricos y vuelves al punto donde puedes sostenerte. Encuentras tu equilibrio.

SERENIDAD


Un día mientras caminaba a través de la selva un hombre se topó con un feroz tigre. Corrió pero pronto llegó al borde de un acantilado. Desesperado por salvarse, bajó por una parra y quedó colgando sobre el fatal precipicio. Mientras el estaba ahí colgado, dos ratones aparecieron por un agujero en al acantilado y empezaron a roer la parra. De pronto, vio un racimo de frutillas en la parra. Las arrancó y se las llevó a la boca. ¡Estaban increíblemente deliciosas!

25 de noviembre de 2005

PINZAS



A veces nos parece que nuestra vida pende de un hilo. Suele ser un hilo imaginario. Un hilo mental. Como la ropa prendida con pinzas de una cuerda a merced del viento y la lluvia, así es a veces nuestra vida.
Somos todo lo débiles que la naturaleza nos permite.
El amor nos desequilibra. El dolor nos aterra. La envidia nos corroe. El poder nos corrompe. El miedo nos esconde.
¡Pero sabes qué!, que la debilidad es lo único que nos vuelve fuertes. La caída al vacío nos mantiene en pie. Bajar a los infiernos nos convierte en luchadores. Sufrir dolor nos enseña a soportarlo. ¿Qué clase de bicho es el ser humano?
No puedo creer que la vida sea tan idiota como nacer para encaminarte a morir. Tiene que haber algo más. No hablo de dioses sino de algo que no nos han contado.
Si nos dijeran que la muerte no importa, que lo importante es como vivimos, ¿Por qué nos aterra tanto?
Si fuera que lo importante es saber morir, vivamos como vivamos, ¿Por qué nos aterra tanto?
Y si nos dicen que el destino ya lo ha previsto todo, ¿Por qué nos aterra tanto?
Si fuéramos capaces de soltarnos con nuestras manos las pinzas de la cuerda, bajar a tierra y saltar a la “comba”, o caminar sobre ella cual funambulita.
La vida está ahí, la muerte también, vivir y morir, los dos grandes miedos ya resueltos,…los demás miedos son tan ínfimos.

23 de noviembre de 2005

HISTORIA ZEN


Una vez, iban dos monjes por el bosque, uno joven y otro de más edad.
Al llegar al río se encontraron con una hermosa mujer que no podía cruzar.
El monje mayor, montó a la mujer en sus hombros y cruzaron el río.

Luego de esto los dos monjes prosiguieron su camino.
Ambos permanecían en silencio.
Al llegar al templo, el más joven dice al otro monje:

- Tú bien sabes que se nos está prohibido tocar mujer alguna.
¿Por qué cargaste a aquella en el río?

- Yo dejé a la mujer a la otra orilla del río,
tú todavía cargas con ella.

TRISTEZA




Me gusta sentir lo que siento aunque sea eso que llaman tristeza.
Antonio, un personaje de “El mercader de Venecia” de Shakespeare, decía: “Tengo al mundo por lo que es, Graciano: un escenario donde cada hombre ha de desempeñar un papel, y el mío es triste.”
A lo que Graciano respondió:”Permíteme hacer de gracioso. Con alegría y risa vengan las arrugas de la vejez, y que antes se me caliente el hígado con vino que mi corazón se enfríe con gemidos mortificantes.”
La alegría se disfruta. La tristeza se vive.
Me entristece un bosque quemado. Me entristece una ballena arponeada. Me entristece una carretera llena de coches. Me entristece un niño embobado frente al televisor. Me entristece que alguien duerma en la calle. Me entristece una jeringuilla clavada. Me entristece que los ricos repartan hambre. Me entristecen tantas cosas que he aprendido a dar sentido a la tristeza. Incluso he creado una especie de tristeza alegre, casi una tristeza feliz, una tristeza que no se confronta con la alegría, la complementa.
Si la tristeza te revuelve el estómago, trata de digerirla alegremente. Si es necesario regurgítala, no te la quedes dentro, alégrala.

21 de noviembre de 2005

CARTA (II)


Es asombroso cómo vemos el mundo, el modo en que elegimos vivir sin casi darnos cuenta.
Estoy en el borde de lo que ha sido mi vida de niña bien y sobreprotegida. Me lanzo a un abismo que no sé si tendrá control pero es mucho más auténtico que mis días felices de desconocimiento voluntario.
Ayer, Sebastiá, un profesor de psicología cuya última etapa se ha centrado en el cuidado y estudio de discapacitados profundos, nos decía que cuanto más comprueba la ciencia el alto porcentaje genético que determina el “yo”, más se afianza su fe en la potencialidad de la educación.
Mis días están repletos de personas optimistas que, con sus plenos sentidos al servicio de otros, intentan despertarnos la esperanza y el afán por la lucha diaria.
Realmente la vida es tan apresuradamente impresionante que no merece la pena preocuparse por otra cosa que no sea el presente intenso.
Pero muchas veces tengo miedo y es un temor oscuro y afilado que no sé extraer.
Miedo a equivocarme, a no estar donde debo ni hacer lo que tendría que hacer; miedo a los demás(a veces tan idénticos, otras tan intrusos); miedo a mis limitaciones, a mi humanidad imperfecta; miedo a no encontrarme y desarrollar todo lo que podría haber en mí.
Y el miedo (y quizás no la soledad) es el eterno acompañante de todos.
No echo de menos dolorosamente nada.
El cariño y el amor no se despiden con la distancia. Como persisten tan arraigados como siempre, os siento en mí y no hay espacio para la añoranza dañina.
Me he aleccionado contra la pérdida física.
Llevo mucho tiempo viviendo de lejos afectos muy hondos.
Pierdo así la parte en que puedo demostrároslo pero espero que el tiempo siempre me reserve huecos en los cuales poder hacerlo.
No hay más tiempo ahora para seguir aquí contigo.
No importa, aunque sea muy breve esta carta ya quiere correr a tu mesa sosegada y ser leída por ti.