24 de septiembre de 2006
CARTA XLIV
Sí, aquí, todavía hay señales de peregrinación…no he llegado al lugar donde reposar…Voy a tiempo inmediato…El futuro no adquiere forma en mi pensamiento. No lo necesito, todavía…
Hay una cueva en mi interior que no sé cuando excavé, es un búnquer-madriguera…en él me aíslo incluso de mí. Todavía hay coletazos de un esteticismo íntimo mantenido cuidadosamente varios años. Los niños nutrían mi hambre vital y permitían excusar la autorrenuncia sin sentido.
Los meses me pasan por delante. Aún yo pienso dónde ir…y, en realidad, lo único que me iría bien sería quedarme quieta.
El mundo de la Discapacidad no está a salvo de las flaquezas y oscuridades humanas.
No priman las necesidades de los desfavorecidos. Hay una carrera feroz por ser aplaudido…y en esta competición acelerada parece que los elementos más peligrosos son las mujeres…Lo más chocante es que muchas son madres pero su alma natural no tiene tacto para su campo laboral…
A veces me paraliza y en ocasiones la rabia me desquicia. Todas son excusas para justificar el estatus quo de todo lo equivocado. ¡Presidentas, empresarias! ¡Buff! ¿Qué ha entendido el género femenino por liberación?, ¿Deshumanización?
Las familias se rinden dejando que todo suceda…sin más.
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