12 de marzo de 2006

CARTA XVIII


Este año sigo aquí...Todo es extraño y diferente...Me encanta no saber qué ocurrirá mañana porque detrás de toda la novedad y la incertidumbre está siempre aguardando el amor incondicional de quienes, pocos o muchos, los imprescindibles para dar sentido a nuestra vida, han decidido amarnos.
Hace dos días que terminé la carrera ilógica de los últimos exámenes del curso...
Lo curioso es que mientras debía estudiar, observaba lo que en etapas más calmadas de mi vida no soy capaz de atender, y se me disparaban reflexiones o pensamientos fugaces sorprendentes.
Mi acostumbrada tentación de una cafetería desconocida en cualquier lugar, en una mesa en compañía de mi libreta y de todas las emociones que buscan un testimonio tintado ha multiplicado sus sentidos.
No todos accedemos a una silla, una cuenta y un par de horas en el lugar elegido...y esta casi irreflexiva elección se convierte para muchos en un lujo irrealizable.
He estado sentada en muchas mesas y siempre en el resto del local podrían definirse un número limitado de perfiles humanos, los cuales dan la perfecta apariencia de un mundo justo, equilibrado, de un elitismo casi imperceptible para los que estamos allí pero dolorosamente consciente al abandonar el espacio y adentrarse en el crudo pluralismo despiadado de la calle.

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