7 de mayo de 2006

CARTA XXV


Vivo enamorada de un mundo que me cuesta distinguir de los sueños.
Siento que más allá de los actos de cada uno de nosotros hay motivos que suelen esconder quienes somos realmente aunque nuestro crecimiento o retroceso interior dificulta definir con exactitud si nuestra identidad traspasa la frontera de la circunstancialidad presente y la carga de toda trayectoria vital personalísima...
No sé muy bien...pero si nada nos dará la certidumbre absoluto prefiero equivocarme creyendo en el alma humana...
La verdad es que dejo que los días me tienten con su suceder pausado, casi pasivo sin que me dé un instante de reflexión en el que hoy tenga algo que ver con el mañana.
Vivo en la inmediatez. Siento lo que está al alcance de mi hoy. Mañana sé que estaré donde deba estar. No me preocupa...Cuando crea que me estoy equivocando abandonaré lo que haga para buscarme la verdad, cualquiera que sea la que necesite en ese momento.
Fui a Ibiza en busca de muchas cosas, las encontré porque encontré a quienes más amo y me recuperé a mí misma.
Ahora aquí de vuelta a las andadas del amor no me arrepiento de ningún paso. Contrariamente me siento orgullosa de sentir y de actuar. No temo a cadenas porque soy consciente de que las únicas que pueden hacerme esclava son las que yo misma me ponga.
Sueño a menudo contigo. Me acompañas permanentemente. Mi corazón se siente erguido porque te pienso y te has colocado en él como ángel de la guarda.
Desde que estoy estudiando me siento más parecida a ti por dentro.
Me inquieta la imagen noticiera escandalosa y tremendista que cada día me empeño en entender desde la tele o los diarios. Lo pero de todo es saber que nada es tan minúsculo ni tan estruendoso como lo muestran y que además casi todas las noticias están deformadas por la mentira de los poderes mediáticos occidentales.
A pesar de esto me niego a sentirme hormiguita, inútil, inservible...aunque no sé cómo crecerme, cómo rescatarme de mi propia realidad minúscula...
A veces Matrix es indudablemente verdadero.
¡Qué daño tantas “fes” desperdigadas, sin fuerzas por sentirse onanistas, autistas obligados!
Si sólo nos atreviésemos a actuar tal y como soñamos antes de asumir una adultez condenante estoy segura de que el mundo daría un giro alucinante.

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