Me encuentro en el mirador de La Torre mirando al mar
como si mirara la nada, donde el horizonte es del mismo
color del mar.
Todavía me pregunto si es verdad que la tierra es redonda,
me costaría creerlo si no fuera porque una vez di la vuelta
al mundo volando doce días con cinco paradas: Katmandú,
Hong Kong, Sydney, Hawai y San Francisco, y me volví a encontrar en Ibiza.
como si mirara la nada, donde el horizonte es del mismo
color del mar.
Todavía me pregunto si es verdad que la tierra es redonda,
me costaría creerlo si no fuera porque una vez di la vuelta
al mundo volando doce días con cinco paradas: Katmandú,
Hong Kong, Sydney, Hawai y San Francisco, y me volví a encontrar en Ibiza.
Si no hubiera sido redonda, a donde coño habría ido a parar.
Vengo a este lugar cuando llueve a esperar que acabe de llover.
Vengo a este lugar cuando llueve a esperar que acabe de llover.
Con suerte y con ayuda de los dioses de la naturaleza aparece el arco iris ( Arc de Sant Martí en ibicenco), precioso espectáculo de ver la nada convertida en una puerta de colores por donde puedes entrar y viajar donde te plazca. Un día lo atravesé y fui a parar a un lugar que no se llamaba País, ni Estado, ni siquiera se llamaba Ciudad, donde la gente sólo era gente, sin documentos ni pasaporte, con nombres de colores como la piel que orgullosamente lucían.
Hoy no apareció el arco iris, el día está inmensamente gris, como el mundo real.
Hoy no apareció el arco iris, el día está inmensamente gris, como el mundo real.
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