19 de abril de 2006
CRUCES EN LA AUTOPISTA
A la vida nada especial le pido y por eso la vida está conmigo en paz. Sí, creo que estamos empatados, yo me conformo con que no me duelan mucho las muelas y a cambio no muerdo las cortezas de los árboles.
Pero lo de las carreteras me desborda, rompe mi equilibrio.
Hoy en estado en Vila, la capital, obligado para “arreglar” unos papeles, siempre papeles, todos los asuntos se arreglan con muchos papeles, si no no recorrería esos quince kilómetros para nada, tampoco los haría a la inversa si viviera allí, me encantaría vivir dentro del recinto amurallado, en Dalt Vila. Pero trasladarse en coche en plena exposición de excavadoras arañando la tierra en que vivo es desgarrador.
Cuando esté terminada la autopista, dentro de no sé cuantos años, juro solemnemente que para ir a la ciudad me desviaré por Buscastell y Santa Gertrudis antes de usar ese cementerio de asfalto que habrá soterrado no sólo tierra llena de vida sino para no pisar lo que se está convirtiendo en el símbolo de la Ibiza que no queremos.
Los vecinos que bordean el paso de la carretera sufren cada día su propio sepelio.
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1 comentario:
¿Te imaginas que ningún ibicenco las usara? ¿Qué de tener otra vía para ir de un sitio a otro ni las pisara? Sería genial.
Besos, Helena.
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