12 de abril de 2006

PICOTEAR


Si fuera otro animal sería pájaro. No únicamente por volar, con lo que ya me conformaría, sino por picotearlo todo. Porque siendo humano eso es lo que hago, picotear la vida. Nada termino porque nada doy por terminado.
Si escribo, releo y cambio el orden de las frases, cambio palabras por otras parecidas, todo me parece que puede ser mejor que lo que está.
Cuando pinto, muy de tanto en tanto, no veo el cuadro acabado nunca, retoques y más retoques.
En cada foto que hago, al verla después en papel o en la pantalla, querría volver a vivir ese instante y buscar otra perspectiva, otro enfoque de lo mismo.
Cuando hablo, las palabras suelen correr más que el pensamiento, por lo que al pensarlas más tarde, retocaría lo dicho, buscaría otros sentidos, redondearía lo no dicho.
Si supiera hacer música, menos mal que no tengo oído ni voz, decir lo que sientes con sonidos armónicos me eclipsaría todo lo demás, pero si tuviera ese don también mis sinfonías serían inacabadas.
Cuando converso conmigo mismo, muy frecuentemente, reduzco mi vida a la mínima expresión, me conformo con nada o dicho de otra forma, todo me parece un regalo. Cada momento que pasa soy consciente de que el tiempo es mío, yo soy el único responsable de mi vida, no me preocupa exigirme porque no me preocupa abandonarme, todo lo inacabado no es más que la vida sigue su curso y nada se termina.
Lo “acabado” debería ir a la papelera, destruirse para volver a empezar.
Pocas cosas hay únicas e irrepetibles, pero si las hay, ese legado está para que la humanidad lo admire, pero no para que se copie o se repita.

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