5 de abril de 2006

RECUERDO...

Recuerdo, desde mi corta edad,
cuando se hablaba sin prisas,
por lo que hace muy poco que también,
recuerdo, se paseaba sin prisas,
y donde mi vista alcanzaba, recuerdo ahora,
era más verde que blanco,
era más tierra que asfalto,
eran más barcas que barcos,
eran más “figas” que bancos.
Recuerdo, sin esforzar la memoria,
que las gaviotas eran escandalosas,
los podencos comían en la mano,
las lagartijas eran amigas,
las chumberas llenaban los “tancones”,
y los cangrejos paseaban por el muelle.
¿Es el precio del progreso?,…
o es el progreso del precio.
Quizás todo tenga un precio,
pero con Ibiza se cometió un error,
se vendió su alma al diablo.



Recupero este poema que escribí hace unos veinte años en que ya me parecía que la isla se abocaba a una desenfrenada carrera hacia un “progreso” equivocado.
Ahora siento que la capacidad de vivir en equilibrio con el entorno se ha desbordado.
Los tres núcleos urbanos principales, Eivissa, Sant Antoni y Santa Eulari, se están volviendo invivibles, indisfrutables, insufribles, agobiantes,…y no exagero, en todo caso adjetivo así por lo que hubiera podido ser de no seguir esta vía de exprimir los recursos, de agotar las posibilidades.
El precio que está pagando Ibiza es dejar de ser lo que era sin saber lo que quiere ser, y peor aún sin saber quienes se atreven a encabezar una conciencia colectiva que marque un camino que esté por encima de todo el oro del mundo.
Nos seguimos equivocando, vender la isla a trocitos, sustituir tierra por asfalto, edificar para rellenar espacios, no es garantizar un futuro agradable, ni siquiera seguro, ni tan siquiera futuro.
La construcción es un motor tan potente como destructivo, mueve trabajo y dinero y deja más tarde desempleo, embargos, y bloques vacíos.
El turismo, nuestra gallina de los huevos de oro hace años que sólo pone media docena para algunos dueños del corral, otros se van apañando con huevos de plata, otros se quedan con los de bronce, y la mayoría limpia el corral recogiendo los restos y la m…
Pero si la gallina decide escapar y cambiar de aires nos va a costar encontrar aves que quieran visitar una isla que vendió su alma a un diablo que ni siquiera vive aquí.

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