16 de noviembre de 2005

DOLOR

El dolor es inversamente proporcional a la capacidad de sufrirlo.
De todos los miedos de esta vida ninguno me es más aterrador que el miedo a sufrir dolor.
Como todo lo neurológico, el dolor tiene sus raíces en la cabeza (no en los pies, lugar más adecuado para las raíces), por tanto puede aumentar, disminuir o desaparecer si el “coco” está bien o mal amueblado.
La capacidad de sufrir, que no es lo mismo que la capacidad de soportar dolor, es uno de los más duros aprendizajes de la vida. Porque de verdad se aprende.
El sufrimiento se puede racionalizar. Simplemente comparándolo ya nos duele menos. Basta con ver una imagen en la tele de uno con la pierna colgando para que a ti se te quite el dolor de la torcedura de tobillo de esta mañana. El dolor de los demás apacigua el nuestro. Es un poco putada. Soy una persona que cree en la Conciencia Colectiva de las mentes pensantes. Cuanto más pensemos en nuestro propio dolor más contribuiremos a reducir el de los demás, parece contradictorio, reducir el dolor ajeno preocupándote de ti mismo, pero es efectivo, mientras estás ocupado en ti dejas de “joder” a los demás, bueno, no es del todo así, lo que quiero decir es que si tienes capacidad para absorber tus propios “males”, estarás más preparado para “entregarte” limpia y sinceramente a los demás. Después, que cada uno “coja” de ti lo que necesite.

1 comentario:

Anónimo dijo...

De todos los miedos de la vida ninguno me es más aterrador que la locura...porque entonces significa que hemos cedido nuestra vida al gobierno del dolor...