3 de febrero de 2006

VIOLENCIA


En el lejano oeste batirse en duelo en la calle principal del pueblo porque un pistolero había mirado mal a otro era normal, era cuestión de honor, de chulería, o de saber quien era el más rápido con el revolver.
En la época del Romanticismo los duelos solían ser por una mujer.
La vida no tenía mucho valor. La muerte se cotizaba más.

Ahora ya no hay duelos de tú a tú. Ahora te machacan sin previo aviso, sin tirarte el guante a la cara. Por el mero placer de golpear. Por ser los dueños de la calle. Porque no les gusta tu ropa o tu peinado. Porque lo marca el juego de rol. Porque ellos también han sido pateados. Porque la “consola” ya no les consuela. Porque lo han visto en la tele. Por cuatro duros. Por razones insospechadas.
Ante lo irracional no cabe la confrontación. Ellos no pelearían limpiamente uno contra uno con las manos vacías.
Cabe luchar por defender al más débil. Se puede pelear por una causa justa. Cualquiera puede perder los nervios de rabia. Eso no es violencia, y mucho menos gratuita

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