8 de enero de 2006
CARTA IX
Hace dos días que recibí tu carta. Ha sido como ver a corazón abierto todo tu interior. Cuantas personas deben ser capaces de querer como tú? Los años y tu maravillosa sensibilidad ha hecho de ti una persona que concentra un universo.
Hace siete días besé por primera vez a un amigo del grupo,... de nuevo todo se reinicia, cíclico pero en espiral,...no hay dimensión para las repeticiones,... estoy pavorida, me parece tan sencillo amar y, sin embargo, de la potencialidad al acto hay un abismo hiriente y no letal...Ya siento entre él y yo una bocanada de hielo y distancia que aún me cuesta comprender. Parece que no somos conscientes del milagro de encontrarnos en muchas ocasiones...Él idealizaba el momento de tenerme y así ha vivido meses soñados. Yo idealizo este presente entre sus brazos porque ayer, lejos, el lujo de soñar solamente pertenecía a la noche y mis secretos. Ojalá pudiera entender sus barreras, las que creía inexistentes...por su edad, por su experiencia, por su inteligencia,...
Es como si me hubiera elegido a la medida de sus secretos.
A veces, los hombres, o algunos, son tan difíciles de adentrar, como si desinhibiendo los acostumbrados silencios se convirtieran en más débiles y manejables.
No consigo hacerle entender, aún con mis palabras, con mis letras, con mis gestos, la importancia básica de compartirse sin reparos ni vergüenzas u orgullos. Descubriré, si hay fortaleza en estos sentimientos nacientes, sus muros y espero ser para él un camino.
Vuelvo a la locura de trastocar el corazón pero... en realidad, es el único motor que nos impulsa así que no es saludable asumir su aparcamiento como algo normal y cotidiano. Voy otra vez a lanzarme a la montaña rusa de los sentimientos...no sé, seguiré las alas que siempre me han hechizado...
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