25 de enero de 2006

IMPUNTUALIDAD

Cito textualmente parte de un estudio de un “pichicólogo”: “El impuntual no puede controlar ni su vida ni su tiempo; depende de sus conflictos internos que le provocan enfrentamientos. Este planteamiento es el de la persona que no tiene capacidad para cuestionarse y posee pocos recursos internos para poder cambiar. Llega tarde porque todavía no ha podido alcanzar un conocimiento de sí mismo que le permita vivir sin miedos y sin inseguridades.
Su impuntualidad provoca que los otros estén constantemente pendientes de ellos, de este modo se aseguran de ser el centro de atención del pensamiento del otro. No están seguros de poder serlo de otra forma. Hay una demanda inconsciente e infantil de que el otro esté ahí, dispuesto a esperarle, pensando en todo momento en él”.

Lo que me duele del rato de espera cuando algún amigo llega tarde, no es el tiempo que transcurre, tiempo que lo utilizo para pasear, leer, pensar, sino sentir que el que se retrasa debe tener pocas ganas de verme, de lo contrario estaría como loco por llegar a la hora prevista. Si no es amigo, la cosa cambia, una cita de trabajo, un encuentro para comentar algo, cualquier caso, no me duele tanto, siempre hay mil razones y circunstancias aunque la mayoría de ellas sean puras excusas.

Esperar a una mujer, eso si que es un tema profundo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo reconozco que soy "un bicho raro", tengo fallos en el cálculo del tiempo... pero como soy generosa, calculo a la alza, y siempre me sobran minutos. Me molesta la impuntualidad de la gente, sobre todo la que tiene muy buenas escusas... Muy rara vez llego tarde, y cuando me pasa lo llevo muy mal, me siento fatal...
Solo puedo pensar en lo mal que me sienta a mí.
Besos puntuales, calculando los imprevistos.
Helena.