27 de enero de 2006

PLÁ DE CORONA




Ya están ahí. Viven en un lugar privilegiado. No conocen la polución, los pesticidas, la capa de ozono, los urbanitas..., eso creo.
Se mantendrán espectantes hasta que los vientos de febrero comienzen a tumbar sus pétalos dejando paso a su fruto cubierto de una verde cáscara que defiende a la almendra del sol y la lluvia. Ya en verano se vararan los almendros. Y de vuelta a empezar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola, amorcito
echo de menos la pureza de la flor almendrada...ella hace que el frío tenga un matiz de ternura primaveral...y justifica los resfriados, los sabañones y los largos atardeceres cerca del radiador, la estufa o la chimenea, abrazados a un cuerpo cercano al que también le apetezca el candor del invierno